Salí del pueblo un caluroso día de julio, estaba bastante nervioso, por no decir a...congojado, porque aunque soy un poco descarado, eso de emigrar a la capital impone; pues como decía, salí del pueblo sin llevar conmigo más que mi cuerpo serrano y mi escaso equipaje, un donuts azul de plástico que se supone me debía entretener en el viaje.
Este es mi cuerpo, bueno cuerpecillo, serrano, ¡hay que ver! ¡Pero qué cabeza! Si al final S. va a tener razón y resulta que era cabezón...
Así que llegué al Foro y aunque venía a comerme el mundo, no era más que un chico de Reus y me sentía un poco como Paco Martínez Soria en "La ciudad no es para mí".
Al principio no me atrevía a entrar en mi nueva casa pero en cero coma, (que se note que soy de Madrid) me hice con el entorno y ahí que me lancé a investigar, ni corto ni perezoso me recorrí toda la casa, mientras S. y T. me miraban alucinadas, preguntándose "¿Pero ese chucho qué hace?" y yo nada, pasillo arriba, pasillo abajo. Ellas no lo saben, pero en ese momento ya decidí que la habitación de S. iba a ser la mía y que de puertas cerradas, nada de nada, todo abierto y a mi disposición.
Así que llegué y me hice el dueño de la casa, a estas les daba un poquito de repelús, que lo sé, porque dicen que olía regulín, claro a esa comida papilla de bebé, pero en dos días ya era uno más de la familia y desde entonces hasta ahora, que dicen que soy la alegría de la casa, si es que el que vale, vale.
Aquí ya me veis en mi salsa, dominando la situación...
No hay comentarios:
Publicar un comentario